Me hiciste llorar como quien pierde un vuelo
y sin embrago,
no tuve agallas para irme.
No me sirvió siquiera mi sangre polar desenfrenada
para marcar un alto
y voltearte la cara de un solo golpe.
Cuando sea de noche
y me amarre el cuello
haci algún camino,
verás lo que fue de un volver incesante,
de un suspiro violeta,
de un temblor de estoque
con olor a trigo.
Cuando llegue el día ya me habré fugado
con aquel que odias y que llamas rata,
enemigo y liebre
y al que todos los santos encomiendas
se evapore.
(Mis palabras, aves confundidas con el este
con tus ojos vivos, con mi boca rosa
sin olor a cigarrillo).
Cuando el sol levante con su luz mi espectro
voltearé mi sombra
y a Montmartre habré llegado