
poema a un perro callejero
Pasó su lengua fina por mi mano
Un perro abandonado
Que me miraba de lejos.
Yo detuve ciertas lágrimas
Que asomaban ridículas
Sus gualdísimas alas
Mientras el perro me amaba,
Seguí caminando
Cuando sentí en mi boca
la sangre fresca
Ráfaga de viento negro
Que yo ignoraba tranquila
Mientras limpiaba mi mano.