Sunday, February 22, 2009

La banca


Nunca me pareció su rostro tan igual al mío hasta que me acerqué al ataúd
Me dio curiosidad saber si le habían sacado la sangre. Era mi padre, el mismo que con su risa clara, llenaba el salón de mi casa.
No voy a olvidar tan fácil la cara enjuta, grisácea, portátil de mi padre
Metido- a la fuerza, seguramente- en un ataúd cóncavo y castaño (debieron pelear contigo, padre, para meterte en un féretro difrazado de traje)
Los puños rosas, marcados por la enfermera infame, estúpida, inexperta, con lúbricas fauces y de manos torpes.
Somos un espejo pensé. No hay cosa más tétrica que ser igual al muerto - me dije, ignorando a los asistentes que se acercaban al filo de la banca, desde donde veía a aquella mujer vulgar de labios y escote rojizos con el hocico abierto, esperando pintar mejillas con su labial de dos pesos.

2 comments:

andrés said...

Que bien que escribes, fue un gusto leerte, saludos!!!

rapunzel said...

Muchas felicidades Sol, me he enterado de buenas noticias tuyas.